Entre el 11 de febrero y el 13 de marzo afrontamos fechas para cinéfilos. Porque los Premios Goya y los Oscar marcan el inicio y el final de los días más escogidos del año para ver películas y, a la vez, significan la intersección perfecta para poner en medio el 14 de febrero: San Valentín. Una fecha propicia para lucir de amor, de amado o de amada, en la forma más idílica, la de las películas más románticas; o realista, como los metrajes más alineados con un sentido de la vida menos barroco; o pesimista, como las producciones que rehúyen del amor como forma de vida esencial.
De una forma u otra, aprovechamos el marco que nos brinda el mes de febrero, el siguiente josefino y las estatuillas doradas hollywoodienses para repasar algunas películas que nos enamoran por introducir nuestro espacio favorito del hogar como eje de sus argumentos: cocinas de cine.
Para el público más familiar, Ratatouille nos conduce de la cocina de una casa en las afueras de París donde vive una colonia de ratas a la de uno de los restaurantes más prestigiosos de la ciudad. De los hornillos clásicos de una vivienda rústica a los de la elite gastronómica donde reputados chefs trabajan las recetas más esmeradas a ojos de críticos que esperan saborear platos que les conduzcan a vanguardias inspiradas en efluvios de memoria familiar. En medio, Remy, un roedor con alma de estrella Michelin, da un vuelco a la concepción tradicional de la cocina francesa y de sus artífices.
Si ponemos el foco en espectadores adultos o en los que quieren descubrir el erotismo en títulos del siglo XX, aterrizamos directamente en la cocina de Nueve semanas y media, en la que Kim Basinger y Mickey Rourke protagonizan en la cocina una de las escenas más recordadas de una cinta que despertó el erotismo a muchos de sus coetáneos. La nevera de la escena se hizo famosa por aportar a los dos apasionados los ingredientes necesarios para poner en práctica una fantasía sexual para la historia del cine.
Volvemos a Francia y a sus exquisitos manjares. En Chocolat, encontramos un nuevo ingrediente para canalizar el amor, el chocolate como vehículo afrodisiaco para despertar a una población pequeña y la pasión de sus protagonistas principales. Johnny Depp y Juliette Binoche encuentran en los fogones de una repostería el lugar perfecto para enmarca un amor de cine.
Y nos quedamos en el país galo con la última de las recomendaciones de cocinas de cine. Como la que utiliza La Cocinera del presidente, Catherine Frot, cuya misión es servir los mejores manjares al presidente de la república francesa, con una cocina digna de los mejores palacios y con el esmero, dedicación y carácter sublime de quien sabe disfrutar de un espacio clave en la vida de cualquier persona: la cocina.
Cocinas de cine, como las que pretendemos crear siempre en Küchentime Valencia, cocinas donde representar la vida, en esencia. Cocinas que enamoran.